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LOS VIAJES DE EQUÉN

“EL  BOSQUE  ENCANTADO”

 

“Algunos dicen que hay un bosque encantado oculto entre las sierras, donde viven fabulosas criaturas que disfrutan de la belleza del lugar en paz y armonía sin que nada ni nadie los moleste. Ellas son las guardianas del tesoro más fabuloso del mundo y nunca han sido vistas por ojos humanos. Solo hay un ser que podrá encontrarlas pero solamente cuando deje de buscarlas. Solo uno obtendrá las respuestas pero únicamente cuando deje de hacer preguntas. Solamente alguien muy especial podrá descubrir el mágico tesoro que se encuentra oculto en las misteriosas tierras de Neuquén”

Equén agotado por tantas nuevas experiencias se quedó dormido acunado por tan bellos cantos. El viento de a poco se fue transformando en una suave briza que hizo descender lentamente el globo.

Esa noche algo imprevisto sucedió dentro del bosque encantado, allí estaban:

“Maqui” que era una hermosa gansa turquesa con sus alas anaranjadas, su cola amarilla y sus cuatro patas celestes; “Quique” un gorrión azul de alas marrones con franjas rojas y cuatro patas de un azul intenso y “Quina” una bellísima cotorra color fucsia con alas y cola de plumaje multicolor y sus cuatro patas de un rosa pálido, todas eran criaturas fabulosas mezcla de ave y animal increíblemente bellas.

La dulce Maqui, el inquieto Quique y la curiosa Quina apenas mantenían el equilibrio sobre el viejo Alerce, era tanta la sorpresa que ellos no podían creer lo que veían sus pequeños ojitos.

¡Había un extraño durmiendo en el bosque encantado! Las mariposas se quedaron muy sorprendidas mirándolo y no se atrevían ni  siquiera a mover sus alitas, se quedaron flotando en el aire y en absoluto silencio para no despertarlo.

Quina le preguntó a Roque, un gran cóndor de cuatro patas de color violeta y verde.

-¿De dónde habrá salido esa rarísima criatura?

-¿Por dónde habrá entrado?

-¿Cuándo habrá llegado?

-¿Cómo no escuchamos nada?

¡Roque no tenia la menor idea! Y se quedó muy pensativo por unos minutos sobre el aromático Laurel; esperó a que llegara una corriente de aire, tomó impulso y se elevó buscando llegar hasta la cima más alta, era la del Volcán Lanín, desde donde podía observar todo alrededor del bosque encantado, pero no vio nada fuera de lo común ¡Y eso que él podía ver hasta el horizonte, allí donde se juntan el cielo y la tierra!

Ruqui y Quique revisaron la muralla de pinos eternos, pero estaba intacta ¡Por ahí no podía haber pasado!

Ruqui también era un ave de cuatro patas muy colorida y bastante gordita, pero eso no le impedía correr ligerísimo y levantar vuelo en un santiamén.

Cuando Ruqui escuchó el llamado de Maqui acudió al instante; ella había encontrado un aparato muy extraño enredado en las piedras, que se mantenía elevado cerca de la cascada. Ya sabían como había llegado hasta allí esa rarísima criatura, por el aire en un globo sin hacer ningún ruido, por eso no habían escuchado nada. Pero aun tenían más incógnitas, tendrían que esperar a que él se despertara para preguntarle.

Los pájaros mágicos se reunieron sobre el Pehuén más grande, ese árbol era el abuelo de los pinos cordilleranos y los proveía de abundante comida. ¡Daba tanta cantidad de piñas  que tenían piñones para todo el año!

Roque dijo que entre todos podrían cuidar a la criatura, habría que prepararle un nido o una cueva por que debía tener frio ahí recostado sobre la hierba húmeda, ya que era tan extraño que no tenía ni una sola pluma y con el rocío de la noche se podía enfermar. Quina quería hacerle muchas preguntas y Ruqui le advirtió, que tendría que hacerlo muy despacio para no asustarlo. Quique quería solamente jugar con él, estaba muy entusiasmado y no dejaba de dar saltitos sobre la rama haciendo que todos movieran sus bellas alas formando un verdadero abanico de colores, a la vez que se aferraban con fuerza sacando las afiladas garras de sus cuatro patas  tratando de no caerse. Maqui deseaba despertarlo con una dulce canción para darle la bienvenida, porque quería que se quedara a vivir para siempre junto a ellos.

Hacían tanto ruido que  no se habían dado cuenta que el joven se había despertado y estaba parado  justo al frente de ellos mirándolos. Quina fue la primera que lo vio y enseguida le preguntó:

-¿Quién eres?

-Soy Equén ¿y vos?-dijo el joven tímidamente.

-¡Si, yo puedo hablar y cantar también, todos dicen que tengo muy linda voz! ¿De dónde vienes, vas a quedarte con nosotros?-le dijo la impulsiva Quina.

-No, yo te pregunté ¿Quién sos?-le dijo el joven sorprendido y muy confundido.

-Yo soy Quina y vivo aquí en el bosque encantado ¿y tú?-respondió el ave animal  pausadamente.

-Vengo de un pequeño pueblo llamado Buta-Ranquil, muy lejos de aquí-dijo Equén sin dejar de observarlos, ni de abrir y cerrar los ojos, sin poder creer aún lo que estaba sucediendo.

Inmediatamente Maqui comenzó a cantar una bella y dulce canción porque se dio cuenta que Equén los miraba con mucha seriedad y quiso tranquilizarlo.

Ruqui le dijo que se podía quedar a vivir con ellos. Roque también le dio la bienvenida y además le dijo que compartirían todo con él. Quique lo invitó a jugar deslizándose por las rocas del manantial.

Inmediatamente Equén recordó los destellos de colores y les preguntó que contenían las rocas. Los pájaros mágicos le dijeron que solo eran rocas y siempre habían estado allí. El joven los miraba extrañado, francamente él no confiaba mucho en las aves aunque estas fueran muy especiales así que decidió preguntarles primero si sabían lo que era un tesoro.

Roque que se consideraba el más sabio dijo:

-¡Un tesoro es lo más importante que un ser tiene!

Ruqui que creía ser la más inteligente dijo:

-¡Un tesoro es tener vida!

Quique dijo:

-¡Un tesoro es tener un amigo con quien poder jugar!

Maqui dejando de cantar y entre suspiros dijo:

-¡Un tesoro es tener a quien amar!

Quina dijo o mejor dicho como siempre preguntó:

-¿Cuál es tu tesoro? ¿Dónde está? ¿Para qué lo quieres? ¿Qué harás con el?

Equén no sabia cual era su tesoro ni dónde estaba y… ¿para qué lo quería? Para poder cuidar a su abuela, para que nada le faltara y no tuviera que trabajar tanto. Y ¿qué haría con el? Se lo llevaría a Elien y juntos decidirían que hacer.

Por lo visto ellos no tenían la menor idea sobre el tesoro que él estaba buscando. Se sintió frustrado, ese bosque era realmente maravilloso todo era mágico allí, pero aún así se sintió solo y muy triste.

Anochecía ya cuando Equén se dirigió hacia su globo. Se subió sin dejar de mirar a las fabulosas criaturas, pensó que todo era un sueño y comenzó a alejarse lentamente. Así una vez más el bosque encantado resguardaba su secreta existencia.

Equén ya no sabia  si soñaba o no, pero veía la cara de su abuela que sonreía muy feliz mientras escuchaba las mágicas palabras en su mente.

¡UN TESORO ES LO MÁS IMPORTANTE QUE UN SER TIENE!

¡UN TESORO ES TENER VIDA!

¡UN TESORO ES TENER UN AMIGO!

¡UN TESORO ES TENER A QUIEN AMAR!

Equén gritó muy fuerte ¡UN TESORO ERES TÚ!

¡Equén había comprendido todo, ahora entendía que era mirar más allá para poder ver! ¿Dónde estaba su tesoro? ¡Nada más ni nada menos que en su hogar! Seguramente lo estaba esperando con un mate junto al fogón y con alguna nueva historia.

Ahora Equén también tenia historias fantásticas para compartir con su abuela, como la de un joven muy valiente que un día se fue solo viajando en un globo que él mismo construyó para buscar un mágico tesoro por el suroeste de la Patagonia Argentina, atravesando mil peligros recorriendo caminos prácticamente inaccesibles; conociendo a las criaturas más extrañas y fabulosas. Por supuesto como todo objetivo que el se proponía lo logró gracias a su fortaleza, su precaución, su serenidad y a los infaltables consejos de su abuela. En el lugar menos esperado cuando no buscó ni preguntó halló su tesoro.

¡Equén regresaba inmensamente feliz a su casa en globo, con la oportuna ayuda del viento del este!

 

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